En realidad no los inoculamos, sino más bien, hacemos que la planta se «equivoque» y los produzca de más ella misma. Eso lo logramos mediante técnicas que involucran la manipulación del ADN. Parece complicado pero no lo es tanto. En lineas generales, sabemos como darle a la planta las indicaciones para que produzca más del compuesto que queremos.
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