Muchísimas. La más graciosa ocurrió la primera vez que fui de campo. Iba con un profesor de la universidad de Salamanca y otro profesor de Estados Unidos. Me caí por la ladera de una montaña y me deslicé de culo más de diez metros. El profesor americano me estuvo llamando «El niño del culo roto» todo el viaje.
Ahora no me acuerdo de ninguna chula… Pero algo que me hace mucha gracia siempre cuando hago de guía por el laboratorio a los alumnos que vienen a verlo, es el miedo que tienen a tocar o acercarse a cualquier cosas después de contarle los virus y las bacterias con los que trabajamos xDDD Pánico total.
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